miércoles, 28 de noviembre de 2012

A crear un paisaje sonoro!



Pero antes de empezar, ¿qué es un paisaje sonoro?. Se trata de escuchar el mundo como si fuera una composición, de escuchar el ruido. Es básicamente un ambiente sonoro que puede referirse a entornos naturales o urbanos reales, o a construcciones abstractas (composiciones musicales, montajes analógicos o digitales que se presentan como ambientes sonoros, etc.).

La música de compositores como Schostakovich nos describe fantásticamente la fuerza del viento y de la lluvia. Es una composición de música descriptiva. Nosotros, en clase, también podemos hacer música descriptiva.

Así pues, nos haremos de compositores e intérpretes de nuestra propia música. No necesitaremos partitura. Solamente una buena organización de equipo, bastante compenetración y un poco de concentración y de memoria.



Comenzaremos con sonidos de güiro, maracas, claves, etc. (tratando de imitar las primeras gotas de agua en una tormenta). Podemos hacer parejas de instrumentos que dialoguen independientemente unas de otras. El efecto será un poco selvático.




Frotando circularmente con las uñas sobre la piel de un grupo de panderos conseguimos un sonido muy similar al del viento suave. Los sonidos de la noche desaparecen, los animales presagian que se acerca alguna cosa…



Comienzan a caer gotas de lluvia. Las gotas de lluvia las podemos hacer con xilófonos que golpearemos con la baqueta del revés para conseguir un sonido más ligero. Podemos sacar alguna de las láminas con la finalidad de que nos dé un sonido exótico.

Ejemplos de posibles afinaciones: podemos sacar los FA y los SI, y nos quedará  una escala pentatónica: DO RE MI SOL LA. Pero también podemos probar otros  modos: MI FA SOL SI DO (Pelog de Indonesia), RE MI FA LA SI (Hirajosi de Japón), MI FA LA SI DO (Kumoi de Japón)…


Una persona empieza haciendo una melodía libre dando golpes muy suaves, poco después se le une otro niño y poco a poco se van añadiendo los otros hasta conseguir una textura de gotas mezcladas que nos indica que ya llueve con fuerza.
     Las gotas de la lluvia se funden con el sonido de arroyos, que ahora podemos hacer con metalófonos. Para conseguir este efecto, podemos hacer frases que suban y bajen por el metalófono (con la misma afinación que los xilófonos) tocando con la baqueta blanda y muy suave (un sonido líquido). Cuando ya suenen los metalófonos y los palos de lluvia con estos sonidos de agua, los xilófonos irán desapareciendo poco a poco.


      A continuación tendrán lugar los rayos con platos suspendidos. Estos instrumentos pueden ofrecer muchas sonoridades, por lo que experimentaremos con las baquetas  diferentes maneras de producir sonidos (fuerte, suave, con la baqueta del revés, en diferentes lugares del plato, rascando…). Deberemos descubrir como mínimo tres tipos de rayos diferentes.
     En medio de la gran tormenta, mientras van sonando cada vez más fuerte todos los instrumentos, oímos sonidos que nos avisan de peligros. Los haremos con uno o con unos cuantos triángulos repicando con fuerza.  Esta señal sonora nos  servirá para indicar el fin de la gran tempestad.    

       
 Después de la gran tensión, una indicación puede hacer que todos dejen de hacer el sonido de la tormenta. Entonces puede quedar todavía el murmullo de los arroyos (esta vez hechos quizá solo con el metalófono) y sobre este murmullo podemos volver a escuchar algunos sonidos nocturnos, como al principio. Pasada la tempestad, los animales vuelven a moverse por la oscuridad.

      Cualquier sonido propuesto por los alumnos (desde un tintín de crótalo hasta un golpe de plato) puede cerrar nuestra composición.






No hay comentarios:

Publicar un comentario